El
regalo de mi padre
Mi padre Max trabajaba en la clínica Villarán como enfermero técnico y estudiaba
por las noches, la secundaria en el colegio Melitón Carbajal. Veía llegar a mi
padre a la casa, en las altas horas de la noche, aproximadamente las doce de la
noche. Con el rostro con sueño y desencajado. Sin embargo, tenía tiempo para
revisarnos las tareas, corregirnos los
ejercicios de mi hermana y el mío.
Nos despertaba muy tempranito para alistarnos,
explicarnos nuestras tareas escolares .Hay algo especial que no voy a poder
olvidar, porque está sellada en mi corazón, me refiero en que se amaneció
elaborando dos cometas, para regalarnos, una para mí y otra para mi hermanita.
Aún recuerdo sus ojitos rojos de sueño y cansancio, pero siempre con una
sonrisa, dispuesto a engreírnos.
Al
regresar del colegio, cogí la cometa y me fui corriendo por los cerros, para
que mi cometa pueda volar más alto. Era un regalo maravilloso, tenía mucho
valor para mí, lo había hecho mi propio padre, además tenía tres colores: rojo,
azul y amarillo. Los amiguitos del barrio, me miraron extrañados con mi cometa,
porque solamente los varones tenían cometas y decían que era juego de niños no de niñas, a pesar de todo,
le restaba importancia a sus apreciaciones por lo tanto era una niña muy feliz
con mi cometa, aunque la única traviesa haciendo bulla, gritando con mi cometa
por los cerros.
Cuando
pasaron los días, empecé a prestarles mi cometa, ya que decían mis amigos, que
el mío volaba más alto que él de ellos. Pero con la condición que también me
enseñarán a jugar el trompo, el trato estaba hecho.
Me
había hecho famosa con mi cometa, hasta que un día vinieron dos niños
ladronzuelos de otro barrio, me quisieron quitar mi cometa. Primeramente me
empezaron a tirarme arena y decirme
palabras agresivas, para que yo soltara la cometa. Pero yo no les hice caso, solo
corría hasta llegar a mi casa. Conté a mi madre, ella salió a mirarlos y les
regañó mientras que estos niños se rieron y se marcharon.
Al llegar mi padre de su trabajo, le conté lo
sucedido, él me dijo que no subiera al cerro, que me cuidara, que mejor era que
volara la cometa cerca a la casa. Pero yo quería que mi cometa Arco Iris, así
le bautice volase alto hasta las estrellas, seguí yendo a escondidas al cerro
más alto.
Un día estuve volando mi cometa, cuando dos
niños desconocidos me tumbaron al suelo, me dieron patadas, pero yo no soltaba
mi cometa, solamente gritaba pidiendo ayuda, hasta que pasó una señora y les
gritó. Entonces corrí, al bajar del cerro, me crucé con un muchacho que tendría
unos catorce años, me gritó y empezó a
tirar piedras a mi cometa, yo seguía corriendo, asustada, mientras que mi
cometa se deshacía en pedazos, llegué a mi casa. Mis padres no estaban en la casa,
entré a mi cuarto y miré a mi cometa Arco Iris estaba completamente rota. La
puse en una bolsa y lloré amargamente recordando las palabras que mi padre me
había dicho anteriormente... (continuará)
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